martes, octubre 18, 2005

Nunca fueron mis puños los que tocaron a tu puerta,
ni fueron mis gritos los que te pedian que vinieras,
sin embargo llegaste a mí,
el camino que llevaba fue el que nos encontró,
sin pensarlo me ofreciste tantas cosas
curaste mis heridas con tan solo tu presencia,
mejoraste mi sentir en una vida llena de tristezas,
el atardecer que me ofrecieron tus ojos,

sucumbia todos los dias en el ocaso de tus brazos,
fuiste la ilusión de algo nuevo,
la promesa de algo bueno,
agradezco el tiempo que estuviste ahí,
se pierden tantas cosas por motivos estúpidos,
que hoy al perderte solo cruzan por mi cabeza estupideces,
y sigo aquí, ignorando tus motivos,
pensando que lo único que me queda es secuestrarte,
escondiendote en mis recuerdos,
para guardarte en silencio,
y cada vez que se me antoje,
volver a pensar en tí.